Ángela María Polanco Barreto
Psicóloga – Neurocientífica
Directora Científica de la Fundación CEDHI
Sin embargo,
en muchos de estos casos, cuando ya están en consulta con profesionales de la
salud, identifican que en varios de ellos el rótulo aumenta la probabilidad de
la veracidad del diagnóstico. Es importante recordar que los seres humanos
empiezan a comportarse como los demás esperan que se comporten, y en el caso de
los niños que están en un proceso de formación,
terminan comportándose como el adulto esperaría que se comporte. Es decir, si
desde el entorno del menor, se le rotula con este trastorno, es probable que termine siéndolo.
Porque no mejor
empezar a recordar que la naturaleza de los niños es la inquietud y que
adicionalmente, esta es necesaria para poder responder a este mundo que cada
día exige más de nosotros y de nuestro
potencial. Al mismo tiempo, la
tecnología avanza a pasos agigantados, se habla de la globalización y de
cada momento en nuestra vida diaria está pasando tan rápido que el temor está
en dejarse alcanzar por el tiempo y no poder lograr lo que se ha propuesto.
Porque no más bien pensar que en muchas ocasiones
somos los adultos los que no estamos preparados para responder a las exigencias
que las nuevas generaciones nos hacen. Tal vez es una oportunidad para
replantear la forma como estamos criando
o las metodologías que estamos utilizando para enseñar.
Por eso queridos padres de familia, no permitan que cualquier persona rotule a
su hijo(a) el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), como bien lo dice es un TRASTORNO, por lo
tanto son realmente los especialistas (Psiquiatras o neurólogos), quienes
tienen la potestad de dar este diagnostico. Antes, por supuesto,
se debe hacer una serie de estudios para
determinar si este existe realmente. Si es así, es cuestión de prepararnos un poco
más. Recuerden “mientras más difícil,
más grande es el triunfo”.